Estupidocracia: cuando la conjura de los necios deviene sistema

El economista y doctor en ADE Marcos Eguiguren Huerta nos ofrece una «nueva teoría de la necedad colectiva» en Estupidocracia, novedad ya disponible en librerías y en ebook. Según el autor, se puede combatir al fascismo, al comunismo y a muchos «ismos», pero ¿se puede combatir la estupidez cuando esta es sistémica y uno mismo forma parte del problema, justificando cosas totalmente absurdas?

[facilitamos el enlace de todostuslibros.com para consultar disponibilidad en librerías de la CEGAL, pero el libro se puede comprar en papel en la web de Gedisa, en otras plataformas como FNAC, Casa del Libro, Amazon… así como en cualquier librería de España]

El peligrosísimo pensamiento de masas, el pensamiento único, es el estadio último de la estupidez sistémica. Se puede hacer frente a un individuo estúpido o a un grupo de estúpidos identificados como tales, pero, cuando el sistema y buena parte de sus integrantes, la forma de vivir de la gente y la manera de gobernar están poseídos por la estupidez, parece imposible revertir la situación. Entonces, ¿cómo combatimos a algo que nos arrastra y de lo que somos parte?

Para intentar responder a estas preguntas, el autor ironiza sobre el estado del bienestar mal interpretado, el «buenismo» a veces irracional que nos rodea a todos y un pensamiento único que nos envuelve cada vez más y que, disfrazado de lucha por los derechos, expulsa el verdadero debate entre personas libres, pasando por el papel acelerador de casi cualquier cosa que tiene la tecnología, las nuevas formas casi demoníacas de entender el marketing, el papel profundamente «estupidizador» de las redes sociales, el rol infumable de una política que ha perdido el norte y de unas administraciones escleróticas…

Compartimos a continuación parte del primer capítulo del libro, en que el autor nos ofrece «Un poco de contexto» sobre las ideas que desarrolla en la obra. Al final de este fragmento, se podrá descargar en pdf el prólogo de Toni Aira, «Cuidado, que el libro muerde», y esta sección introductoria del libro, además de ampliar información sobre la presentación del mismo.

Un poco de contexto

Hace mucho tiempo que opino que el mundo avanza a pasos agigantados hacia una situación para la que he recuperado el término «estupidez sistémica» que algunos autores ya utilizaron hace unos años, aunque con un enfoque algo distinto del que encontrará usted en este libro. No se preocupe demasiado ahora por encontrar la definición exacta de ese término puesto que, a medida que vaya devorando páginas, empezará a hacerse una idea clara de cuál es mi «nueva teoría de la necedad colectiva» y a qué me refiero cuando hablo de la «estupidez sistémica».

En el fondo, las páginas que tiene ante sí son fruto de la impotencia o, si lo prefiere, de la ira contenida y la debilidad que te posee cuando te das cuenta en realidad de lo que ocurre a tu alrededor y de que puedes hacer poco por mejorar las cosas, por lo menos desde un punto de vista sistémico. Escribirlas es un intento como otro de seguir operativo como ser pensante sin causar daño a nadie en un mundo en el que el pensamiento crítico, en mayúsculas, brilla por su ausencia. La claridad, descarnada en ocasiones, y el tono satírico empleado en esta obra, como empezará a hacerse evidente en los párrafos siguientes, no tienen otro objetivo que atraer su atención y llamarle a la reflexión. Le ruego sea paciente si, en algunos casos, la sátira puede herir su sensibilidad.

Le aseguro que creo que aquellas personas que mantienen un pensamiento crítico, de veras lúcido e independiente, basado en el empirismo y la observación profunda de los hechos, acerca de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, a pesar de los pocos incentivos que, para ello, ofrece nuestra sociedad, merecen un reconocimiento muy especial que habitualmente, por desgracia, no suelen conseguir.

Jamás he sido demasiado religioso, aunque, lo confieso, en ocasiones me gustaría serlo. Tener Fe, pensar que hay algo más allá, creer en otra vida… Debo reconocer que tiene que generar cierta tranquilidad de espíritu y, he de serle sincero, envidio a las personas que poseen sólidas creencias religiosas. Estoy seguro de que son mucho más capaces de sobrellevar determinadas situaciones y de relativizar las cosas que el resto de los mortales.

Situándome en ese paradigma religioso, no paro de cuestionarme cómo deben de ser conceptos como el paraíso. Tal vez un lugar fantástico, donde se respira total felicidad, donde nadie debe esforzarse para vivir —probablemente porque tampoco esté uno vivo en el sentido puramente humano del término—, debe reinar un clima estupendo, sus moradores disponen de cantidades ilimitadas de cerveza, se disfruta de un sexo amoroso y desenfadado y las paellas y otros manjares han roto todas las escalas de estrellas Michelin.

Sin embargo, esos pensamientos simplistas son los que me hacen recordar mi propia condición de estúpido irredento profundamente inherente a la condición humana y de la que, ni usted, estimado lector, ni yo mismo, podemos escapar con facilidad.

A ver. ¿No nos habían enseñado de pequeños que son las almas de los no pecadores las que van al paraíso? Si eso es así ¿cómo puedo definir el susodicho paraíso en términos tan asquerosamente terrenales?

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[…] El paraíso debe ser algo diferente que no sabemos comprender. Tal vez algo más cercano a un espacio que acoge al pensamiento y a la esencia de los seres que pasamos a mejor vida, aunque me consta que algunos autores van más allá en sus elucubraciones. Tal vez el paraíso sea como un Think Tank de esos tan afamados en nuestra sociedad posmoderna —lo que ciertamente me haría dudar de la bondad de aspirar al tal paraíso—. Pero, permítanme que no me meta en este tedioso debate y me quede con esta hipótesis: que el paraíso acoge a la esencia de los seres, a su pensamiento.

[…] Imagínese ese paraíso VIP con las mentes más preclaras, y seguramente incomprendidas que el mundo ha dado. El paraíso de los librepensadores.

En él seguramente encontraríamos nombres que han estado detrás de la inspiración del libro que tiene entre sus manos. Nombres como Erasmo de Rotterdam, Galileo Galilei, Carlo Cipolla, John Stuart Mill, Ray Bradbury, Hannah Arendt, George Orwell, Ayn Rand, Aldous Huxley, Jonathan Swift, Adam Smith y otros muchos, también personas de a pie, como usted o como yo.

[…] La función principal de la obra que tiene entre sus manos es hacerle reflexionar y, si tiene usted cierto espíritu deportivo y no le importa que me meta con ciertos mantras, arrancándole, además, una sonrisa. En cualquier caso, no se preocupe, si el libro no cumple su función de hacerle reflexionar y acaba usted tirándose a mi yugular para tildarme de hereje o apóstata del posmodernismo, estoy preparado para ello. Probablemente, si eso ocurre como imagino, será en parte gentileza de la omnipresencia de las redes sociales, magníficos aceleradores de la estupidez humana e incitadores del tribalismo más obsceno, y de la creciente propensión a consumir bazofia cultural por parte del respetable, y a leer poquito, poquito, y sólo textos sencillos y cortos, porque la tiranía de las pantallas ha contribuido a la regresión imparable de nuestras mentes que, en cuanto a capacidad de concentración y de comprensión de la complejidad se asemeja, cada vez más peligrosamente, a la de los peces. Nos referiremos a esos fenómenos más adelante en esta misma obra.

Por cierto, el párrafo anterior es un test para usted. Si ha tenido que leerlo un par de veces para comprenderlo en toda su dimensión, entenderá perfectamente a qué me refiero y, desde luego sería una clara señal de que debería usted empezar a cuestionarse sus costumbres lectoras.

[…] Hablaremos de la estupidez en los últimos dos siglos, de la aceleración de la misma en las primeras dos décadas de nuestro siglo XXI, de los tribalismos y las redes sociales, de la propaganda, los medios de comunicación, las tendencias y las modas. Seguro que le interesa saber que repasaremos algunos «ismos» de pro, como el fascismo, el comunismo, el machismo o el feminismo. Es posible que hablemos de la educación como un antídoto contra la estupidez sistémica —o, depende de cómo se mire, como un acelerador de la misma—. Nada sería completo sin un repaso al papel del Estado, los políticos, la legislación y la burocracia (o, si lo prefiere, los burócratas) en esta época de buenismo compulsivo. Y, ya que estamos en unos tiempos especialmente víricos, si se atreve usted a llegar tan lejos en la lectura de estas páginas, le pediré que reflexione sobre su grado de estupidez personal alrededor de las fantásticas vivencias que nos está dejando la pandemia que nos ha tocado sufrir.

En tan sólo 20 años el siglo XXI ha dado suficientes muestras de que no nos equivocaremos demasiado si lo etiquetamos ya como la era de la estupidez. Dirá usted que soy pesimista y que queda muchísima parte de siglo por delante, que igual la cosa cambia. Ojalá lleve usted razón y tenga que retractarme. Lo único que tengo absolutamente claro es que no sé si habrá cura para el virus de la estupidez, pero lo que sí le aseguro es que es tremendamente contagioso.

Marcos Eguiguren Huerta

Leer el prólogo de Toni Aira en infoLibre (12/03/2022)



Presentaciones

El jueves 28 de abril, Marcos Eguiguren presentó Estupidocracia en la Casa Rudolf Steiner de Barcelona (Duquessa d’Orleans, 8) junto con Luis Espiga.

  • Presentación online con Diego Isabel La Moneda (31 de marzo de 2022):
  • El 23 de marzo de 2022, Eguiguren y Aira presentaron la obra en el Espacio Koiné de la Universitat Pompeu Fabra – Barcelona School of Management. El vídeo de la sesión está disponible en este enlace.

Marcos Eguiguren Huerta es economista y Doctor en Administración y Dirección de Empresas. Es professor y Associate Provost de la UPF-Barcelona School of Management, donde dirige la Cátedra en Finanzas Sostenibles. Es también profesor asociado de la Universidad Politécnica de Cataluña y socio fundador de SingularNet Consulting.

Con un papel destacado a nivel internacional en el mundo de las finanzas sostenibles, actualmente es miembro del consejo de administración de diversas sociedades entre las que sobresalen Banca Ética Latinoamérica (Chile). En ese campo, ha sido miembro del consejo de administración de Triodos Bank, NV (Países Bajos) y Director Ejecutivo de la Global Alliance for Banking on Values.

En etapas anteriores, fue director general de Grupo Empresarial Inmark, S.A., consejero delegado de Makeateam, S.A. y director general y fundador de Grupo Network. También dirigió el área de escuela de negocios de Les Heures – Universidad de Barcelona y ocupó cargos ejecutivos en grandes bancos y en empresas de consultoría a nivel internacional.

Toni Aira, autor del prólogo, es periodista y doctor en comunicación. Director del Máster en Comunicación Política e Institucional de la UPF Barcelona School of Management (UPF-BSM). Es profesor universitario y colabora en diferentes medios de comunicación como ‘La Vanguardia’, RAC1, TV3 o RTVE, analizando la actualidad vía tertulias, debates y piezas de opinión. Ha escrito, entre otros libros dedicados al ámbito de la comunicación política, siendo su libro más reciente La política de las emociones (Arpa, 2020).

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