Minotauros y aquelarres en «A flor de piel», de Marcelo Pakman (reseña)

El doctor Gerardo Reséndiz escribe la siguiente reseña de la obra A flor de piel. Pensar la pandemia, de Marcelo Pakman, disponible en ebook desde julio de 2020 y , a partir del 18 de enero de 2021, también en papel. La obra es una reflexión sobre los aspectos sociales, culturales y políticos de la pandemia a partir del imaginario colectivo y de los arquetipos occidentales que se encuentran en el arte, la antropología y el pensamiento filosófico. Aquí las agudas observaciones de Gerardo Reséndiz, escritas con motivo de la presentación de la obra en México (30 de noviembre 2020).


Leer a Pakman siempre trae un toque de misterio, de densidad en el entramado del texto, de no saber cómo nos enredaremos y nos desenredaremos con el mismo. Al leerlo disfruté de encontrarme entre los minotauros y los aquelarres, imágenes fantásticas que se mantuvieron como atractores extraños a lo largo del texto. Sin duda leyendo este texto se pueden encontrar partes de diferentes momentos de la obra de Pakman, sobre todo de los últimos tiempos, especialmente de la micropolítica y poética para acá.

Este texto se agrega a las recientes elaboraciones de Slavoj Žižek sobre la caída del capitalismo, las conspiraciones a partir de la pandemia y la respuesta de la naturaleza a la actividad política del hombre; de Byung-Chul Han sobre el combate de la pandemia a través de los Big data y de la tecnología que vigila y controla (el panóptico digital); de Giorgio Agamben sobre la bioseguridad con base en el estado de excepción que suspende las garantías constitucionales, la nueva religión médica (que lleva a aceptar las limitaciones de la libertad) y la tecnología que propaga esa nueva religión. En este caso las consideraciones no solo enfocan el modo en que el agente patógeno cambió a la humanidad, sino también las condiciones sociales, económicas y políticas que han tocado la vida de los individuos y su ecología.

El libro sorprende por la frescura y la velocidad con que fue escrito, sin dejar de lado el compromiso del autor con el texto y sus lectores. El texto es una luz que viene muy bien en estos territorios y tiempos inciertos, que reflexiona sobre las distancias intermedias entre lo que está cubierto por la fe en lo divino y lo que está cubierto, tal vez también por la fe, en la ciencia empírica. Pakman ilumina el territorio de las texturas sensuales, de las apariciones que pueblan las relaciones humanas y que se resisten a la abstracción y a ser domesticadas. Con una sensibilidad especial, a la que nos tiene acostumbrados, el autor siempre está especialmente atento a las cosas que no se perciben a primera vista, a las imágenes de baja intensidad que permanecen casi invisibilizadas por procesos psicosociales. Por eso es también importante la mirada a la contracara obscena de las leyes, sean las divinas o las del logos, que ocultan las desigualdades, las inequidades y los desniveles en las prácticas de poder horizontales de las que todos participamos.

Frente a la pandemia queda expuesto como dinero, saberes y prestigios se muestran limitados e ineficaces. Los vulnerables se vuelven visibles y los ya visibles se vuelven vulnerables. No ser encontrado por el virus, “el homo absconditus”, hombre que se esconde, cuya condición de vulnerabilidad deja expuesto y la condición singular de cada situación privilegia o marginaliza. El libro nos enseña un dispositivo con líneas que se entrecruzan y líneas que escapan, donde la responsabilidad/responsividad colectiva se vuelven apertura a la condición humana entre sujetos, vulnerabilidades, eventos y singularidades. Y la figura del minotauro, como una salvífica línea de fuga, que logra integrar en su historia, en su esencia, lo animal, lo divino y lo humano.

Recuperar el mito del minotauro (textura), es juntar el misterio y la armonía; es por una parte expresión de la “hybris” humana, con su orgullo, arrogancia, desmesura y su aspiración a lo divino; y por otra parte es la figura mítica que presenta el conflicto entre la naturaleza y la cultura.

En la pandemia aparecen también las imágenes de los cuerpos visibles y los cuerpos vulnerados, el cuerpo que refleja condiciones sociales y políticas, historias y trayectorias de vida, cuerpos habitados desde lo público, lo privado y lo íntimo. Nos volvemos aprendices de brujo, de humano y de vida en el intento de hacernos invisibles para seguir nuestra existencia corpórea, frente al omnipresente virus y a la densa nube de imágenes digitalizadas y mediatizadas de la pandemia. La vivencia pasa de manera imperceptible a los saberes implícitos y encarnados, donde la fragilidad requiere mayor flexibilidad para evitar quebrantos y negacionismos. La ruptura ecológica en la pandemia nos invita a su contraparte, la creación de afectos, lenguaje e intercorporalidades, en lugar de automatismos vacíos. Se trata de descentrarse del antropocentrismo, como dice Alicia Stolkiner, de la caída de un período de referentes y de certezas, de búsqueda de otras formas para identificarse como seres humanos y seres vivientes. Descentrarse es también cambiar los márgenes de la receptividad a lo cotidiano, a las imágenes de baja intensidad.

Estamos a flor de piel, tal vez para capturar las esencias que aparecen en los horizontes en que se funden nuestros encuentros, y permitir que aparezca lo oculto, lo soslayado, lo de baja intensidad, lo impertinente, lo marginal y lo textural.

Gerardo Reséndiz

El “logos” como acumulación de saberes y el “mythos” como contracara del logos, que pasa inadvertido mientras reifica su verdad no sujeta a cuestionamiento ni a exploración. Leyes obscenas (ofensivas) que obscurecen las realidades no nombradas, y que dejan en la sombra y en la obscuridad esas otras realidades de las minorías no mediatizadas o de mayorías autorizadas al contagio. La invitación del autor es a pensar en este momento histórico desde una pandemia que paralelamente ha evolucionado biológica, social, económica y políticamente, en la que, aunque su etiología fue viral, quedo golpeada también la aspiración mítica de la invulnerabilidad, y aunque fue cuestionada como realidad biológica y trivializada la peligrosidad del virus, su alcance tocó a todos, mostró los lugares de privilegio y de carencia. Todo esto cambió las relaciones con la salud, con la enfermedad, con el sufrimiento, con la vida, con la muerte, con el cuerpo y con nuestra condición limitadamente provista del algún tipo de control más allá de algunas mínimas condiciones.

Pero la desgracia no toca por igual a todos, ninguno está a salvo, los progresos médicos no están igualmente disponibles para todos, y también nos señala a través de los Aquelarres (de nuevo en una de esas apariciones texturales) que los sacrificios son con frecuencia los de los más vulnerables (los migrantes, los viejos, los enfermos, los obreros, etc.) Morales obscenas que se vuelven excluyentes propuestas por quienes se suponen ser los aceptablemente mortales. ¿Cuáles vidas valen más y cuáles menos en la lógica de la pandemia, en la lógica de mercado en tiempos de pandemia? ¿Cuáles son las violencias aceptadas y cuáles no? ¿Qué tipo de sujetos se están produciendo ahora en estas condiciones, individuos con pérdida de la voluntad, de la libertad, desesperanzados, con una corporalidad coartada? Estamos a flor de piel, tal vez para capturar las esencias que aparecen en los horizontes en que se funden nuestros encuentros, y permitir que aparezca lo oculto, lo soslayado, lo de baja intensidad, lo impertinente, lo marginal y lo textural.

Buena lectura a tod@s, ¡que lo disfruten!

Gerardo Reséndiz, 30 de noviembre de 2020


Descargar un fragmento de A flor de piel (pdf)

Más obras de Marcelo Pakman en Gedisa, reseñas y entrevistas en esta entrada de blog.

Lectura recomendada por Francesc Arroyo en Babelia – El País (04/11/2020) y, como novedad en papel 2021, en Zenda – XL Semanal (02/01/2021)

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